jueves, 11 de noviembre de 2010

Última parte informe Paititi 2010 de Sixto Paz Wells:
LOS NUEVOS GUARDIANES DE LA TIERRA

LOS NUEVOS GUARDIANES DE LA TIERRA

“Los nuevos guardianes de la Tierra,
vendrán de occidente, y aquellos
que han causado un mayor impacto
en la Madre Tierra tienen ahora
la responsabilidad moral de rehacer su relación con ella,
después de rehacerse a si mismos.
El corazón lo proporcionará Sudamérica.”
(Don Antonio Morales, Maestro Chamán Q´ero )

Nuestro viaje estaba llegando a su fin. Habíamos hecho la ruta hacia el Paititi y ahora nos tocaba dejar esa zona maravillosa, de naturaleza virgen para volver al mundo y compartir este sentimiento y comprensión de la tarea encomendada y de la tarea cumplida. En nuestro peregrinaje habíamos sido guiados por los elementos haciéndonos sentir nuestras decisiones acertadas y las incorrectas motivándonos a corregir sobre la marcha.
Habíamos sido guiados por naves y acompañados por seres de luz, que en algunos momentos se habían evidenciado de una manera contundente y conmovedora. Como nunca habíamos recibido el respaldo conciente y generalizando de los grupos a nivel mundial, llegando a producir ello magia, una fuerza que nos acompañó, cuido, aligeró nuestra carga y hasta nos salvo de toda clase de accidentes o acechanza.
Miguel el Huachipare siempre adelante marcando el rumbo del grupo le dijo en el camino a Nimer como quien suelta un comentario cualquiera: “Hoy creaste tu propia realidad”…Dejando a nuestro amigo más que sorprendido y pensativo. ¿A qué se refería Miguel? ¿Que había detrás de sus palabras? ¿Por qué ese comentario y en ese momento? ¿A qué realidades se refería?
Día 19 de Agosto retomamos el viaje saliendo desde la playita de las piedras, una isla formada entre dos brazos del río Siskibenia donde fue difícil dormir sobre aquel suelo tan desigual, a pesar de que nos demoramos mucho la tarde anterior sacando piedras y nivelándolo para colocar nuestras tiendas. Fue una noche tranquila la que había transcurrido a pesar de todo, sin viento ni nada especial. Ideal para descansar de la dura marcha del día, aunque hubiese sido bueno que hubiésemos hallado un suelo más blando. Pero ni modo.
Había sido bastante exigente llegar hasta allí caminando tantas horas , llegando muy mojados cuando ya estaba oscureciendo pero la clave de que al final la pasáramos bien y nos recuperáramos fue la excelente hoguera que hicieron Miguel y Calixto, que nos calentó y secó en algo la ropa húmeda.
Sabemos que todo en la vida es una cuestión de actitud. Y que si estas atento todo te habla, todo dice algo y los mensajes aparecen por doquier. Pero que si también uno se da cuenta, la vida puede ser lo mágica que tu permitas que sea simplemente abriéndonos a la visión interna, donde todo es más bello y luminoso, donde todo tiene su orden y sentido.
Como todos los días fue mucho caminar cruzando el río de un lado a otro, andando sobre un mar de piedras de todos los tamaños, muchas de ellas gigantescas y nada firmes debiendo mantener sobre ellas el equilibrio a como diera lugar para no doblarnos el tobillo o fracturarnos una pierna, subiendo y bajando sobre troncos caídos, y cuidándonos de toda clase de espinas, e insectos. Hasta que llegamos a la quebrada de la Sachavaca (Tapir) , lugar donde hicimos nuestro primer campamento de venida cuando cruzamos el Mecanto camino al Paititi días antes . Recordé que allí fue donde nos detuvimos después de que se me destrozaron de manera impensable y asombrosa las botas con el agua del río. Fue también en ese sitio donde por haber querido seguir con el calzado como lo tenía, que me había caído en el río con riesgo de ahogarme. Quizás allí había algún mensaje simbólico o entre líneas que me sugerían un cambio. Quizás un nuevo comienzo con otros zapatos, lo cual podría suponer hacer mi trabajo con nuevas formas…
Desde la quebrada de la Sachavaca donde descansamos unos quince minutos después de disfrutar unos ricos platanitos manzana que Miguel desenterró ya maduritos, hicimos el camino hacia Pusharo en aproximadamente tres horas y media, algo imposible porque de venida la misma ruta la habíamos hecho en siete horas y media.
No sabemos qué fue lo que ocurrió. Si es que tratamos de recordar ese día y esa ruta, lo que viene a nuestra mente es luz, mucha luz y viento frío…
Johnny contó después que cuando veníamos de regreso de Paititi, se le vino la imagen de una nave de luz como una unidad con la imagen de la Virgen que nos acompañaba permanentemente encima nuestro. El, siempre valiente, estoico, animoso y a paso constante, se mantuvo caminando apoyando a otros y cantando la canción:”Ven con nosotros a Caminar”… Canción espiritual y religiosa que invita a caminar al lado de la Virgen (La Madre).
Jaime también se mantuvo firme, solidario y siempre dispuesto a compartirlo todo, velando porque a nadie le faltase agua pura para beber. Teniendo percepciones y sensaciones que al comunicárnoslas nos servían de luz para reflexionar.
Al acercarnos al Pongo (Mecanto o Cañón) sopló un intenso y extraño viento frío, debiendo lidiar no sólo con la fuerte corriente de agua al cruzar una y otra vez el río, sino que además con el ambiente que estaba helado. Fue agotador mantenerse caminando sin parar sobre redondeadas piedras sumergidas muy resbalosas, así como alternando con grandes rocas cortantes, de tal manera que al llegar a Pusharo ya la mayoría había terminado de perder el calzado, y varios del grupo cayeron pesadamente en el suelo con sus equipajes , quedando alguno inmediatamente dormido del agotamiento. Y no era para menos. Todo el viaje se desarrolla a campo traviesa, sobre un territorio irregular y salvaje, que exige mucha concentración y que todos los sentidos físicos y los extrasensoriales estén despiertos y atentos todo el tiempo, constituyendo una ruta titánica, sólo para locos, místicos o poetas…
En Pusharo luego de armar el campamento con la temperatura que había aumentado rápidamente, decidimos aprovechar en lavar la ropa y darnos un refrescante baño en el río Siskibenia. Por distracción o exceso de confianza Hugo y Darío, al igual que Panchito y Marcia se pusieron a tomar sol con espaldas, pechos y brazos descubiertos, dejando sin querer que los mosquitos los acribillaran. Yo me bañé con la ropa puesta (ya teníamos práctica en ello) , aprovechando para lavarla en mi cuerpo.
Ya en la orilla, mientras me secaba rápidamente, Hugo me comentó lo que Miguel le había dicho cuando llegamos en este viaje por primera vez al Muro de Pusharo. El Huachipare le dijo:”Los nuevos tienen que sintonizarse con la naturaleza”. Y ciertamente fue eso lo que vivieron intensamente aquellos que por primera vez caminaban por esa zona: “sintonizarse”. Me puse ha observarlos a todos y a cada uno de los compañeros y compañeras, y definitivamente que se habían sintonizado, no sólo a través de las pruebas y dificultades del camino, sin perder para nada la alegría y el buen ánimo, sino que fueron colaborando ejemplarmente en todo así como meditando y participando activamente de cuanta cadena y proyección se hizo a pesar del agotamiento. Todos y cada uno fueron valiosas piezas que a través de sus percepciones, intuiciones y reflexivos análisis nos permitían valorar y entender mejor la razón de estar allí, haciendo lo que estábamos haciendo. Era conmovedor ver como conservaban sus rostros alegres y serenos, aunque sus cuerpos golpeados, picados y sangrantes mostraban la impronta de la odisea. Todo ello inspiraba e infundía valor para continuar.
Marcia con su arte dibujaba sobre el papel las percepciones que se tenían y ello era realmente hermoso.
Por la tarde y por la noche volvió el intenso viento frío procedente del Cañón. Por lo que había que mantener todo bien sujeto para que no se volara. La arena de las orillas iba cubriendo las carpas las cuales se estremecían de un lado a otro con riesgo de volarse. Tarde en la noche salió una hermosa Luna que iluminó el paisaje creando toda suerte de juegos de sombras. Hasta ese momento un abarrotado cielo de estrellas había sido nuestro techo. Después de meditar nos quedamos guarecidos del viento y del frío conversando un rato. Allí Hugo continuó sus acostumbradas pastillas de reflexión. Pequeños comentarios que aparecían de un momento a otro que lo dejaban a uno meditando. Cuando Hugo nos hacía estos aportes era como si se transfiguraba, hubo gente del grupo que lo vio asumir la actitud y sabiduría de un indígena. Así el nos dijo algo que él había sentido muy fuertemente:”El hombre es el único ser en la naturaleza que salvándose él, empieza a salvar el planeta”.
Daniel nos contó que en la meditación se proyectó dentro del muro donde apareció en una caverna en donde los maestros en semicírculo están alrededor como de cristales de cuarzo de distintos colores. Ellos vocalizaban el AM-ON y el disco del Paititi estaba como suspendido en el aire. El se veía a si mismo como encontrándose bajando por unas escalinatas como de una pirámide. El sentía y sabía que esos seres debían de estar en armonía para que el disco vibre, y que esa armonía en cierta medida dependía de nosotros. Daniel se visualizó a si mismo sentándose al lado de estos seres para mantralizar junto con ellos, siendo conciente de dimensiones paralelas y de que todos ellos lo observaban como representante de la raza humana. Quizás para alcanzar su armonía estos seres también debían de reconciliarse con su pasado y con sus relaciones (con nosotros).
Marcia comentó que ella había percibido de manera similar la visión de Daniel pero en el Encuentro de Punta Colorada en el Uruguay el año anterior.
Ciertamente la energía (espíritu planetario) requiere de la diversidad de seres y de especies para sobrevivir, porque como en una sinfonía cada instrumento tienen su lugar aportando una variación que crea mediante combinaciones la música de la obra maestra. La pérdida de la diversidad va acabando con el espíritu planetario.
Luego de beber algo de sopa caliente preparada generosamente por las chicas que se iban alternando en esa labor de servicio como fue la cocina, pude dormir a ratitos por el excesivo cansancio y ansiedad. Nuestra gratitud a Argenis, Patries, Susie y Marcia, por haber cuidado tanto y también del grupo en todo sentido, pero especialmente en el área de los alimentos, que nos dieron la fuerza y el ánimo para continuar.
Nuestra gratitud también para Jaime, que como mencioné antes asumió voluntariamente la gran tarea de velar porque a nadie le faltara agua purificada, elemento tan importante en esta clase de travesía y en la que iba toda la información de este territorio mágico y magnético que controla aún la Hermandad Blanca de la Tierra.
Llegó un momento en la madrugada que el viento se tornó como huracanado y muy violento haciendo que se cayera el tendedero con toda la ropa que se estaba secando, pero felizmente al estar ya seca no se ensució en la arena.
El grupo estaba muy golpeado y lastimado, así como algunos terriblemente picados por los insectos, por lo que aunque el mundo se cayera a nuestro alrededor no habían fuerzas para reconstruirlo aquella noche y valía más la pena el descanso a como diera lugar. Ya en la mañana sería otro día con energías renovadas.
Al amanecer del día 20 con las primeras luces del día pudimos observar como salían a intervalos nubecitas blancas procedentes del Cañón. Al irse asomando las nubecitas llamativamente blancas como algodón, iban éstas como tomando formas diferentes de animales.
Poco a poco se fueron despertando y levantándose los compañeros quienes se prepararon para hacer junto conmigo la protección (Cúpula de Luz) y luego la meditación Xolar, repitiendo nuestros nombres cósmicos o claves vibratorias personales. Durante la meditación realizada en el campamento en la orilla opuesta de la Piedra de los Símbolos, sentí que el muro nos llamaba con fuerza a incorporar el corazón del planeta en nuestro propio corazón, y que era eso lo que debíamos hacer cuando volviéramos a ubicarnos delante del muro. Era aquello un sentimiento reiterado.
Daniel nos comentó después de que había percibido al muro como un mapa de la evolución del ser humano, siendo los símbolos “arquetipos” activadores de nuestra conciencia. Patries por su parte también reflexionó en voz alta que a ella todo aquello le recordaba lo que había sido la vida de su padre en Holanda quien durante la Segunda Guerra Mundial era dueño de una radio clandestina, de tal manera que fue enviado a la cárcel y luego a un campo de concentración. Tiempo después los nazis los sacaron de las barracas obligándolos a marchar, huyendo del avance de los rusos. Hicieron caminar a 40,000 personas desnutridas y sin zapatos, matando a muchos en el camino o dejándolos simplemente morir. Nuestro viaje por el Paititi había sido como un símil de aquello, un peregrinaje por la vida, un camino de sacrificio que en cierta manera lo estábamos repitiendo, tanto nosotros en pequeño como toda la humanidad en general por conocer y difundir un mensaje cierto y liberador.
Rápidamente la mañana se calentó y salió un sol intenso debiendo buscar todos refugio en la sombra, aunque allí compartíamos espacio con las hordas ingentes de mosquitos.
Sobre las dos de la tarde se hicieron presentes en el río los peque peques con los machiguengas Oscar y Ruben, además de Pancho y Moisés, y otros cuatro compañeros entre adultos y adolescentes. No los esperábamos tan rápido, pero igualmente ya habían llegado y eso nos hacía sentirnos más seguros y confiados. Al día siguiente haríamos en la madrugada un último trabajo frente al muro de los símbolos, para lo cual habríamos de cruzar nuevamente el río. Pero sólo podríamos ir siete personas para ese trabajo, y los otros seis se quedarían en la orilla opuesta donde estaba el campamento apoyando.
Sabía que la elección y separación del grupo era algo muy delicado porque pondría a prueba nuestros egos como prueba final de unión e integración en el mensaje. Nimer quien había ayudado una y otra vez a cuantos podía a riesgo de su propia vida se mantuvo descansando en la tienda todo ese día para recuperarse, ya que tenía los pies muy lastimados. Argenis quien había sido también un baluarte por su valor y disposición también se encontraba bastante lastimada de sus pies y piernas, pero a pesar de eso por la tarde estuvo atendiendo a una larga cola de adoloridos sobrevivientes con quiropraxis y masajes. Por su lado Patries hizo la multiplicación de los panes al preparar la comida para todos con la ayuda de alguna de las chicas. El Menú fue sopa de verduras caliente con quinua , y polenta con carne vegetal, muy contundente para los maltratados y hambrientos cuerpos. De hecho compartimos con los diez machiguengas la comida, y no solo alcanzó sino que hasta sobró…
Al atardecer nos preparábamos para hacer nuestra meditación lunar colectiva y una práctica de irradiación al planeta, cuando nos fijamos que las nubes iluminadas por los últimos rayos del sol que se ubicaban en lo alto por encima del cañón adquirían la forma exacta de la montaña del rostro de Paititi. Era algo inaudito y espectacular que nos dejó a todos boquiabiertos, y a continuación apareció a baja altura la nave. Era un disco luminoso que se deslizaba, avanzaba y se detenía, luego volvía a avanzar y nuevamente se paraba en seco. Venía esta vez de la zona del cañón en dirección a donde nos encontrábamos, lanzando un fogonazo de luz sobre la piedra de Pusharo.
Luego de este avistamiento quedamos muy contentos y motivados. Así que terminados los trabajos y la cena procuramos acostarnos temprano, porque de madrugada tendríamos que desarmar el campamento y prepararnos para el último gran trabajo de aquel viaje, a realizarse frente al muro.
En la madrugada del día 21 nos fuimos despertando y levantando sobre las 3.30 a.m. El cielo estaba claro y estrellado. Durante toda la noche había soplado nuevamente con violencia el viento agitando las carpas. El sonido del viento era más que un susurro, era como un estruendoso llamado a despertarnos y actuar… A las 4 a.m. debíamos desarmar todo el campamento dejando listas las mochilas para que al amanecer fuesen embarcadas en los botes de los machiguengas. Ya despiertos pudimos contemplar una cantidad extraordinaria de fogonazos que salían de detrás de la piedra de Pusharo, y también observamos claramente una esfera blanca que se asomaba del lado derecho de la gran piedra.
Siendo testigos de semejante espectáculo nos apuramos en organizarnos para estar listos y dispuestos. Con las primeras luces del día el grupo de los siete cruzaríamos el río una vez mas con el apoyo de los seis que quedarían, y así delante del muro abriríamos nuestros corazones para una comunión en nombre de todos y de todo con el espíritu de la Madre. Una experiencia única en un lugar privilegiado para sintonizarse con el espíritu planetario y con la vida misma, porque todo estaba vivo allí. Lo más interesante es que los hermanos mayores vivirían también la experiencia a través nuestro…
El problema que se nos planteaba era cómo cruzar nuevamente el río si las veces anteriores lo habíamos hecho con gran esfuerzo entre todos, usando cuerdas y a duras penas enfrentando la violenta corriente formando rápidos entre las peligrosas y traicioneras piedras. Ahora sólo podíamos ser los siete seleccionados los que avanzáramos hacia allá.
El grupo del muro fueron Argenis, Patries, Susana, Marcia, Daniel Francisco y yo. Quedarían apoyando en el campamento Cristian, Jaime, Hugo, Darío, Johnny y Nimer. Uno de los compañeros sugirió que les pidiéramos a los machiguengas que nos cruzaran en su embarcación, cosa que parecía fácil y relativamente cerca pero no lo era. Fue en extremo peligroso por cuanto estábamos contra corriente, y teníamos que llegar al lugar frente al muro donde los tres brazos del río confluían con violencia chocando contra la gran roca formando remolinos que podían voltear la embarcación.
El momento llegó y los siete fuimos hacia el bote de Oscar quien con el motor avanzó luchando contra la corriente, pero al llegar al punto de desembarque la fuerza del agua y la profundidad en el lugar crearon momentos de peligro. Fue entonces que llegó rápidamente al rescate Pancho el machiguenga, quien con riesgo de su propia persona ayudó sujetando con cuerdas la embarcación para que no se voltease. Finalmente pudimos desembarcar pero a toda velocidad porque la corriente se llevaba la embarcación. No fue nada fácil llegar hasta allí, como no había sido nada fácil cada fase del viaje, etapas que a la vez habían permitido que cada uno de los compañeros y compañeras diesen todo lo mejor de sí, y mostraran el héroe potencial que subyace en el alma de cada ser humano. Jamás podremos olvidar los gestos heroicos y la ayuda de Nimer, Daniel , Hugo y Darío apoyando para los cruces de los rápidos, a pesar del cansancio y sus propias cargas, todo para llegar hasta allí, hasta ese momento. Cómo olvidar la generosidad, estoicismo y entrega de Johnny y Jaime, de Francisco, Argenis y Patries. La lucidez, intuición y dirección de Cristian marcándonos el camino en los momentos clave. La sensibilidad, valor y el aplomo de Susie y Marcia que nos motivaron a dar más de lo que se esperaba o más de lo que creíamos que se podía.
Caminamos los siete con reverencia hacia la base misma de la gran roca. La atmósfera era única y especial. No había viento…Allí mismo hicimos silencio por unos minutos, y luego nos acercamos colocando las yemas de los dedos y la frente en contacto directo con el muro empezando a mantralizar los consabidos mantrams de AM-ON (palabra para activar los Discos Solares y alinearlos ). Estábamos en ese trabajo cuando sentimos que se abría un portal delante nuestro, y que a través de él éramos recibidos por la Dama de Luz quien abría su corazón compartiendo una luz intensa que nos atravesó, sintiendo con ello un intenso amor, una gran responsabilidad y compromiso de salvaguardar y representar al espíritu de la Tierra conservando su diversidad manteniendo el contacto con todos sus planos y niveles recuperando la capacidad de escuchar y sentir. Se nos pedía que siendo adultos volviéramos ha ser como niños viendo y sintiendo las entidades, dialogando y hasta jugando con ellas; que siendo gente de ciudad pudiéramos conducirnos y comulgar con la naturaleza como los pueblos indígenas sin perder la perspectiva, no por tradición o herencia sino por conciencia y elección.
Fue una luz o energía extraordinaria la que nos atravesó, sintiendo que algo poderoso e indefinible había entrado en nosotros y por otro lado, algo había salido o se había perdido o alejado. Tuvieron que pasar muchos minutos antes que pudiéramos reaccionar. Había sido algo tan diferente lo que allí vivimos y sentimos, pero a la vez tan real…
Francisco (Pancho) nos comentó después que se encontraba frente al muro vocalizando el Am-On en cada símbolo del disco solar de Paititi, y percibió que la energía o vibración alcanzada se le devolvía aumentada y multiplicada. Visualizó también la estrella de seis puntas en una caverna, y a continuación el símbolo de la Tierra, que es un círculo con una cruz de cuatro lados iguales en su interior, y después le vino la imagen del rostro corazón, acompañado de unas palabras que escucho que decían: “Ustedes son creadores de realidades”. Esto Francisco lo percibió relacionado con la sintonización de la gente en torno a un objetivo común.
Argenis se vio transportada fuera del planeta observando debajo la terrible contaminación de nuestro mundo. Después le siguió la imagen de un pájaro quejándose del aire contaminado. Luego el corazón de la Madre en forma de diamante Rosa se mostraba frente a ella, saliéndole luz de cada cara del cristal, sintiéndose envuelta por esa luz.
Marcia por su parte nos comentó que ella sintió una gran fuerza que la empujaba primero hacia adentro del muro, pero ella se resistía. Hasta que escuchó una voz dulce y melodiosa que le decía: ¡Hija, las puertas están abiertas! ¡Entra!. Sintió de inmediato que era la Dama de Luz la que la invitaba a avanzar. Y en la medida que daba pasos hacia delante se le iban apareciendo los rostros corazón. De pronto se encontró ella con la Dama de Luz en un recinto amplio e iluminado lleno de agua por todos lados, con la presencia en el lugar de guías y maestros. Incluso llegó a reconocer entre ellos a Joaquín (miembro de los Doce de Morlen).
En imágenes rápidas la Dama de Luz le mostró a Marcia todo el planeta como si lo viera del espacio, y se observaba la vida que deambulaba por sobre el cielo, en la Tierra y debajo de ella. Esta vida y sus almas eran representadas por esferitas de todos los tamaños y colores que se movían incesantemente por encima nuestro transportando información, sentimientos y emociones. La Dama tenía algo en sus manos, era algo entre rojizo y dorado. Era como un corazoncito en volumen y la Señora la invitaba a incorporarlo en su corazón.
Cuando salió del muro sintió que los símbolos contaban la vida en la Tierra y sobre todo, mostraban lo que podía llegar a pasar en nuestro mundo si hacíamos o dejábamos de hacer.
Susie por su parte nos comentó que como ella se crió en la selva del Ecuador, amando y conviviendo con los animales, allí se sentía rodeada de recuerdos muy gratos. Se sintió como cuando era niña donde aprendió a amar concientemente la naturaleza. Entonces le paso algo extraordinaria y es que escuchó el latido del corazón del planeta. Fue la misma experiencia que tuvo cinco años antes en el encuentro Mundial del 2005 en Moray (Cusco). Para ella de ahora en adelante todo sería hablar y comunicar con el corazón y desde el corazón en sintonía con el Gran Corazón Planetario.
Patries entró fácilmente con las mantralizaciones en el muro, de tal manera que mentalmente todo se le mostró blanco, pudiendo distinguir poco a poco como iba asomando una escalera que bajaba hacia el Corazón Cristal del Planeta. En ese momento sintió el apoyo de los grupos, de los guías, de la Hermandad Blanca y del Maestro Jesús que delante de ella extendió sus manos hacia los lados diciéndole.”¡Ábrete!...”A continuación ella recuerda que bajó hacia un salón blanco donde se encontraba el Gran Disco Solar, y escuchó a la Dama de luz decirle que ella era “GAIA! En ese instante Patries le ofreció su propio disco solar interior a la Madre. Fue allí como un intercambio de cristales que le activaron a Patries todos sus chakras, sintiendo ella cómo se iba transformando en un cristal preparándose para recibir algo supremamente intenso y comprometedor. A continuación se abrieron dos portales, uno hacia arriba y el otro hacia abajo simbolizando uno el Real Tiempo del Universo y el otro, la reconexión de los tiempos.
Daniel nos relató que capto cómo se abría el muro, pero que él no estaba allí. Que el se sentía como un águila mirándolo todo desde lo alto, y que después se iba transformando en diversos seres, observando y sintiendo lo que la Madre Tierra (su espíritu) le mostrara en sus distintas manifestaciones antes de dar a conocer su corazón cristal. Veía él hilos de plata que unían a cada especie, y a las especies entre si, eran como remolinos con las conexiones de cada ser o animal de éste mundo hasta llegar al corazón cristal interno que era algo vivo y pulsante (palpitante). Del muro salieron gotas que recorrieron sus brazos, sintiendo que él era como un guerrero que recibía la bendición y purificación de la señora o Madre.
Al pedirles al cabo de un rato a todos que nos retiráramos del muro, Daniel sintió profunda congoja al borde del llanto, pero pudo contenerse. Sintió incorporarse en su interior realmente el corazón cristal del planeta que latía dentro de él. Ese corazón del planeta que resonaba era como un canto con rayos de color plata, mostrándole cómo esta todo conectado entre si y que a diferencia de los demás seres nosotros debemos estar concientes de esa conexión para mantenerla, nutriéndonos de ese espíritu para conocerlo y representarlo protegiéndolo.
Con éste viaje se trabajo eficientemente en red, vinculando gran parte del planeta a través de la energía y el sentimiento de los grupos, de los discos solares, los hermanos mayores, de la vida misma en todo y en todos y de todas las conexiones posibles llegando a alcanzarse una gran vibración que nos sirvió para proyectar sobre nuestro mundo y materializar aquello que es característico de este lugar: “Donde se tiene el poder de hacer y desear”…
Sobre las 7 a.m. ya estábamos de vuelta en el campamento comentando con nuestros compañeros lo que había sido la experiencia desde donde nosotros nos encontrábamos, y escuchando de ellos cómo la habían vivido a la distancia. En ese momento un grupo de aves de gran tamaño aparecieron haciendo rápidamente círculos alrededor nuestro, viniendo de la dirección del cañón.
Luego de terminar de colocar la carga en los pequepeques, las tres embarcaciones se movilizaron por el río llevando la pesada carga y a ocho de nuestros compañeros bastante lastimados en sus rodillas y pies. Cinco fuimos los que caminamos de regreso acompañados de Miguel y Calixto, siguiendo las orillas, cruzando a pie los ríos o a veces entrando por la misma selva para cortar camino. Fue interesante verificar que la gente de los grupos de contacto a la distancia percibieron que Cristian, Jaime y Argenis estaban con problemas físicos en las piernas y los pies, por lo que venían irradiándolos con intensidad.
En el camino nos enteramos que hubo uno que otro accidente. El bote que solo llevaba la carga y dos machiguengas se volteó en un rápido, pero felizmente nada se perdió ni hubo ningún daño en las personas, cosa que si ocurrió en la otra embarcación donde por acercarse demasiado a la orilla, una espina de paca atravesó el hombro de Cristian. Curioso que esto le pasara a quien había puesto en todo el hombro, inspirándonos a los demás a dar lo mejor.
Para quienes volvíamos caminando, el camino se hacía interminable y extenuante. Mientras nuestros pies se lastimaban más y más por el agua, las piedras y las estacas en la jungla. Después de interminables horas cruzando la trocha que se introduce en los más profundo y oscuro de la jungla, llegamos al tambo. Parecía increíble haber llegado .¿Cuantas caídas, cortes, clavadas de espinas y tropezones habíamos tenido en el camino de regreso? Tantas, que ya habíamos perdido la cuenta… Del Tambo ya nos quedaba relativamente cerca la aldea de Palotoa Teparo, donde los machiguengas tenían un equipo de radio aficionado. Necesitábamos que a través de la radio nos ayudaran ellos para conectar con la gente de Salvación para reservar el hotelito para todo el grupo y coordinar desde el Cusco el envío de la movilidad para que nos recogiera y llevara consigo de vuelta a la Ciudad Imperial. Infructuosamente intentamos una y otra vez la comunicación, pero esta lamentablemente no se lograba porque faltaba potencia al equipo, o las condiciones ambientales no estaban dadas. Además, el radioperador que hablaba poco español no terminaba de entender lo que le estábamos pidiendo.
Seguimos nuestro camino de regreso después de descansar un rato en la aldea. Pero esta vez ya subimos todos en las embarcaciones de los machiguengas para continuar por varias horas navegando por los ríos, aunque fueron muchos los momentos que tuvimos que bajarnos a empujar o a caminar paralelamente por las orillas.
Finalmente llegamos a 250 o también llamada Santa Cruz, donde la despedida fue muy emotiva con los machiguengas, quienes habían sido nuestros ángeles guardianes durante gran parte de la ruta.
En el puesto de control de guardaparques de Inrena dejamos constancia de nuestro abandono de la zona, habiendo entrado y salido de ella sin ningún percance serio.
Hubo que aguardar varias horas a la orilla de la ruta que viene de Salvación hacia Shintuya esperando la movilidad. Pero felizmente ésta llegó y nuevamente era una pareja la que nos conduciría, y luego otra pareja la que nos alojaría en Salvación. Todas esas interminables horas sirvieron para intercambiar experiencia entre los compañeros del grupo y reflexionar acerca del increíble viaje que ahora llegaba a su fin,
De vuelta en Cusco, Luis Amador Pimentel y los grupos de la ciudad imperial se reunieron con nosotros en el hotel, como para que les contáramos en directo lo que había sido el gran viaje de nuestras vidas. Al terminar el relato ellos nos “condecoraron” con unas medallas que tenían la forma del disco solar, lo cual nos conmovió a todos quedándoles profundamente agradecidos.
Como el mensaje era compartir, a los pocos días de haber vuelto a Lima me llegó la invitación del Congreso de la República para darles una conferencia sobre nuestro reciente viaje al Paititi. Esto sería en el salón Porras Barrenechea del Congreso, y allí asistirían congresistas y decanos de universidades vinculados a la ecología, recursos naturales y sector turismo. Pero, ¿cómo había llegado a gestarse semejante oportunidad y tan coincidente con la reciente experiencia? Pues resulta ser que cuando solicité a la señora Ketty Delgado de la compañía Turismo Inkaiko que nos ayudara a conseguir la movilidad para transportar al grupo y los equipos hacia el Manu, ella mostró especial interés en lo que íbamos a hacer y por la zona por donde nos movilizaríamos, de tal manera que posteriormente ella tuvo reuniones por su profesión con gente del Ministerio de Turismo y con congresistas a la que les comentó de nuestro periplo, y así surgió el interés como para que cuando me pudiesen ubicar a nuestro regreso, pudieran contar con mi presencia en una conferencia.
Y la conferencia se dio tal cual, siendo una gran oportunidad no solo para hablar de los atractivos del país, del turismo no convencional y esotérico, sino también del mensaje de contacto extraterrestre así como de la existencia de los intraterrestres y del verdadero mensaje del Paititi (“El Corazón del corazón”).Al final de la conferencia hubo muchos aplausos, y el interés de las autoridades y profesionales de que posara con ellas para la foto.
A las pocas semanas viajé a Turquía y participé en Estambul en un programa de CNN Turquía que lo vieron diez millones de personas. Fue una entrevista que me hicieron durante dos horas de 11 p.m. hasta 1 a.m. ,que despertó tanto interés que ya querían que volviese en Abril del 2011. Aprovechando que estaba en Turquía fui a Efeso, lugar de una de las siete iglesias que se mencionan en el Apocalipsis. Allí fuimos con un grupo de amigos a conocer la casa de la Virgen María, desenterrada en el siglo XIX gracias a las visiones proféticas de la vidente alemana Catherina Emerich, que después fueron corroboradas por la arqueología. Recordemos que Jesús mismo le pidió a Juan (“El discípulo amado”) que se hiciera cargo personalmente de la Virgen María. Y que Juan viajó a Asia Menor para su labor de predicación llevándose consigo a la Madre de Jesús.
Caminamos por las ruinas de la ciudad Greco-romana de Efeso donde tanto Juan como Pablo predicaron. Recorrimos el impresionante mercado, los baños romanos, la Gran Biblioteca, el impresionante teatro todos ellos rodeados de colinas rocosas y boscosas, y de allí fuimos a otro emplazamiento, el más antiguo de Efeso de la época Hitita que se llamaba “Apasa”. De un momento a otro estábamos en Apasa desde donde podía verse a la distancia la casa en las montañas de María...
Curiosa y coincidentemente el viaje al Paititi en Agosto fue bendecido por la única Altomisayo mujer de la tradición andina de chamanes Q´eros que es doña “María Apasa”. ¡Muy interesante!
También resultó interesante todo el asunto del rescate de los 33 mineros en la Mina San José en el norte de Chile, no sólo por la importancia esotérica del numero que sugiere balance y equilibrio, sino porque el primer minero rescatado se apellidaba “Avalos”, y dentro de la mina habían tres mineros con este apellido.
Precisamente, del último minero rescatado su madre dijo:” Yo lo parí trayéndolo a la vida, pero ahora la Madre Tierra lo ha vuelto a parir”, lo cual nos parece muy sugestivo después de haber vivido las experiencias con la Madre que tuvimos semanas antes. Y si nos ponemos a analizar los números que se manejaron en el rescate en Chile muchos de ellos suman o son 13, que recuerda los 13 compañeros que fuimos en este nuevo viaje al Paititi. Un número que refiere la muerte como transformación.

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