jueves, 8 de enero de 2015

VIAJE AL OMBLIGO DEL MUNDO- SIXTO PAZ WELLS

             VIAJE AL OMBLIGO DEL MUNDO
              


“Según las tradiciones orales rapa nui, Make Make creo el universo
y él, como Creador, estaba fuera. La Tierra estaba dentro de un huevo
donde el Creador quería experimentar las emociones y los sentimientos,
que si él veía que eran buenos, abriría el huevo
para que afectara a todo el universo…” (Don Benito, sabio de la tradición Rapa Nui)
Hacía mucho tiempo que teníamos planeado realizar un viaje de estudio y trabajo a la Isla de Pascua, pero no se habían dado las condiciones por uno u otro motivo. Es más habíamos recibido esporádicamente algunos mensajes psicográficos en meditación, procedentes de los seres extraterrestres haciéndonos saber de la conveniencia de que realizáramos un viaje hacia esos rumbos. Anteriormente había estado dos veces en Hanga Roa, capital de la isla y único centro poblado. Habían sido tránsitos de varias horas, de paso a Australia y a Tahiti. En esas ocasiones había podido mediante el city tour, acercarme a uno de los centros ceremoniales costeros llamados “Ahu” (Ahu Tahai), que han sido reconstruidos y que presentan uno de los pocos “Moais” completos, estatua gigantesca con sus ojos de coral y su “Pukau” o gorro redondo de escoria roja, que no es otra cosa que un peinado tipo hongo que se hacían los pascuenses.
Las comunicaciones psicográficas que recibimos a través de la meditación meses antes, no nos habían hecho ninguna recomendación al respecto, por lo que ni bien surgió la intención de organizar este viaje a manera de seminario itinerante conmigo, pensamos que tendría más de turismo que de crecimiento espiritual. Pero nada más lejos de la realidad que se nos tenía prevista desde lo Alto.
Fuimos 23 personas de cinco países los que participamos del periplo. Siete hombres y dieciséis mujeres. La mayoría no se conocía entre sí. Pocos habían participado de los grupos de contacto, pero la mayoría tenían experiencia de meditación. Había de todo en este grupo, desde una cirujano plástico, hasta un psiquiatra asesor de la Fuerza Aérea en la investigación del fenómeno Ovni; de una de ama de casa profesora de yoga hasta ingenieros y docentes.
La Isla de Pascua, también llamada Rapa Nui, “Isla grande” en el idioma rapa nui, posee otros nombres como Mata Ki Te Rangui, que significa “Ojos que miran al cielo”, o Te Pito No Te Henúa que se traduce como “El ombligo del mundo”. Se encuentra como a unos 4000 kms de las costas de Tahiti y a 3,700 kms de Chile. Podríamos decir que esta en medio de la nada y a mitad de camino de todo. Es uno de los lugares habitados más aislados del mundo. Un museo al aire libre con cientos de lugares arqueológicos y monumentos extraordinarios, como los famosos “Moais”, casi 900 en toda la isla.
El nombre de isla de Pascua fue colocado por el holandés Jacob Roggeween que la descubrió el 5 de abril de 1722, precisamente el día de Pascua de Resurrección.
La isla fue poblada por inmigrantes procedentes de otra isla legendaria llamada “Hiva” (que vendría a ser una de las Islas Marquesas), siguiendo a su “Ariki” o rey llamado Hotu Matu´a hacia el siglo IV de nuestra era. El previamente había sido informado por un vidente llamado Hau Maka de la existencia de una “Tierra Prometida”, con la que éste chamán había soñado destinada para el rey y su gente, y cuyo nombre era “Te Pito O Te Caigan Un Hau Maka”, que se traduce como “El pequeño pedazo de pista de Hau Maka”. Entonces el rey envió a siete exploradores, quienes siguiendo las corrientes y las estrellas, llegaron primero. Quedando uno de estos aventureros en la isla, volvieron de regreso los otros seis para dar cuenta a su rey de la realidad de la visión.
Tiempo después, el Ariki llegó con toda su gente desembarcando en la deliciosa y acogedora playa de arenas blancas coralinas Anakena, siendo según la tradición levantados allí los primeros Ahu o plataformas rectangulares ceremoniales, convirtiéndose aquel lugar en un Tapu, “lugar sagrado”. Hoy se puede ver reconstruido en el lugar el Ahu Nau Nau, que destaca por la belleza, elegancia y buen estado de sus Moais con sus Pukaus.
Volviendo al viaje, diré que desde un primer momento se sembró la cordialidad entre todos los del grupo que abordamos el avión. La gente desbordaba alegría y entusiasmo, en un vuelo repleto de turistas rumbo a la Polinesia. Fueron cinco horas de viaje volando a través de un paisaje todo azul, en donde el cielo se fundía con el color del océano Pacífico, anticipándonos una vivencia profundamente espiritual.
Al llegar al aeropuerto Mataveri estábamos siendo esperados por la gente de la agencia de viajes Aku Aku, que significa tanto espíritus protectores como espíritus que no tienen descanso. Nuestro guía local llamado “Terangi”, que significa cielo, nos dio la bienvenida como comúnmente suelen hacerlo en la Polinesia, con collares de flores (pipis), que nos colgaron del cuello. El era un hombre joven y robusto, muy cordial e inteligente, padre de cuatro hijos.
De inmediato salimos del Terminal aéreo, nos estaban esperando los de la agencia en un bus acondicionado. Nos fuimos en él las 23 personas hacia nuestro alojamiento, en el hotel Poike, nombre de uno de los tres volcanes principales que tienen esta insólita isla triangular, y que curiosamente se encuentran cada uno de ellos en un vértice del triángulo: Rano Raraku, Mangu Terevaka y el Poike. La parte más alta de la isla es el Mangu Terevaka con 593 metros de altura.
Para llegar al hotel debimos atravesar todo el pueblo de Hanga Roa, único poblado que posee esta pequeña isla habitada por cerca de 4,000 personas, y de casi 180 kms cuadrados. Como eran muy pocas las calles, rápidamente estábamos en las afueras de la población y allí encontramos nuestro cómodo y espacioso hospedaje.
Después de acomodarnos y saludar a la dueña del establecimiento, señora Carmen Cardinali, mujer delgada y afable, aprovechamos para irnos caminando a la playa, distante unos cinco minutos de allí, encontrándonos con el Ahu Tahai, centro ceremonial compuesto por tres altares, viviendas, fogones, gallineros y un impresionante embarcadero, todo él restaurado en 1968. Allí después de recorrerlo y fotografiarlo, aprovechamos en hacer nuestra primera meditación. Seguimos luego por las calles del pueblo. Por la tarde hicimos unos conversatorios compartiendo lo que sabíamos de la isla, recordando que la sociedad rapanui, estaba gobernada por el Ariki, quien era considerado descendiente del primer rey y emparentado con los dioses, y que estaba dividida en tribus y con clases muy estratificadas. Cada tribu ocupaba una zona de la isla, siempre con franja costera y tierra cultivable en el interior. La mayor parte de la población vivía en el interior, donde se encontraban las áreas de los cultivos. En los Ahu se veneraba a los ancestros. Estos Ahu estaban compuestos de una plaza rectangular con un pavimento y una plataforma sobre un talud, con muros de lozas de piedra, donde después eran colocados los moais.
Comentamos cómo hasta ahora sólo eran conjeturas la explicación del para qué y el por qué de los moais, así como que seguía siendo un misterio, cómo hicieron para desplazarlos y repartirlos por toda la isla.






Lo que es muy comentado por todos en Hanga Roa, y lo reiteró luego Terangui, es que la Isla sufrió en pequeño lo que hoy esta ocurriendo en nuestro mundo, una sobrepoblación y una profunda crisis de destrucción del medio ambiente y agotamiento de los recursos naturales, que los llevó a terribles guerras en donde llegaron incluso al canibalismo y a la casi extinción de la población. Estas guerras trajeron la destrucción de la mayoría de los Ahu y el derribamiento de los moais. Se dice que es en esa época que surge el ceremonial del “Tangata Manu” o “Hombre pájaro”, en donde representantes de los diversos clanes o tribus debían enfrentar una tremenda prueba de valor y de resistencia, bajando los acantilados del Rano Kau, introducirse en el mar y remar en una pequeña balsa hasta los pequeños islotes de Motu Iti, Motu Nui y Motu Kao Kao distantes como 4 km de la costa, para recoger el primer huevo del “Manutara” o pájaro fragata, señal de la llegada de la primavera. El éxito permitía al jefe del clan, no al participante, que sólo era un representante, ser el nuevo Ariki, portador del mana, o poder ancestral paranormal.
Es poco lo que se conoce de las tradiciones de los rapa nui, aunque algo nos ha llegado a través de los relatos de los navegantes europeos que llegaron hasta allí, algunos de los cuales sumados a los que vinieron del continente, se portaron terriblemente mal con los isleños, violando, saqueando y esclavizándolos para que trabajaran en las islas guaneras del Perú. Esta continua agresión entre los siglos XVIII y XIX llevaron hasta allí la viruela, la tuberculosis, la sífilis y cuanta enfermedad que terminó de diezmar a los remantes de la población, reduciéndola al mínimo.
Todo esto llevo a que se extinguiera la clase sacerdotal y la nobleza, perdiéndose el recuerdo y el conocimiento de la escritura jeroglífica pascuense, algo único en la Polinesia. Posteriormente las mismas tablillas de esta escritura “Rongo rongo”, fueron quemadas por los misioneros católicos franceses, quedando muy pocas en la actualidad.
Tal como aparece y se lee en el Museo de la población de Hanga Roa, en 1888, Chile consiguió la firma del tratado de anexión de la isla, por lo que la población nativa, representados por Atamu Tekena, quedaron bajo la soberanía chilena. Pero los isleños quedaron prisioneros en su isla, sin poder moverse de ella y sin derechos de ciudadanía, y con sus tierras dadas por el gobierno chileno en concesión a extranjeros que trajeron ganado que terminó de depredar las tierras, siendo obligados a emplearse gratuitamente sin derecho a pago alguno.
Ahora se respiran nuevos aires en Rapa Nui. Poco a poco los isleños van recuperando el control y la autonomía, y se va haciendo justicia, aunque ésta haya llegado tarde.
Caminamos por la playa y allí nos encontramos con la maestra del Liceo, quien al enterarse quien era yo, y conociéndome de la televisión, me comentó sobre el deseo suyo de que hubiese la posibilidad de darles una conferencia a gente de la isla, lo cual acepte con gusto. Ellos quedaron en avisarme.
Luego en la noche, durante la cena seguimos conversando e intercambiando experiencias, acordando iniciar juntos nuestras meditaciones a las siete de la mañana todos los días, para lo cual el grupo entero se reuniría en una de las habitaciones. Y así lo hicimos con constancia y dedicación, logrando con los días el apoyo en comunicaciones canalizadas de los hermanos mayores.
El segundo día de nuestra llegada, día domingo, fuimos todos a la misa que se celebra en la iglesia de Hanga Roa en idioma rapa nui. Fue una experiencia muy espiritual y de profundo recogimiento, además del exotismo porque fue enteramente en el idioma nativo. Terminada la celebración, recorrimos con nuestro guía Terangui nuevamente el Ahu Tahai, con todas las explicaciones históricas a cargo de él. Nos mostró en el sitio las características de los Ahu, y una Hare-Paenga (casa bote) donde vivían los sacerdotes y también, los Hare-Moa (los gallineros), que son unos edificios estrechos, de piedras amontonadas con una sola entrada pequeñita. Luego seguimos camino en el bus hacia el otro lado de la isla , para conocer una zona donde los Ahu están muy arruinados y los moais, todos caídos. Allí empezó una lluvia pertinaz que nos llevó a refugiarnos en el bus, y luego en el interior de una cueva, en una bella caleta rocosa.
A la hora del almuerzo nos dirigimos a las faldas del Rano Raraku, volcán que guarda en su interior una laguna de agua dulce llena de plantas acuáticas de totora, y que fuera la cantera principal de los moais. Después de un importante refrigerio, partimos hacia el volcán observando en el camino, algunos moais acostados, dejados a uno y otro lado del camino por sus escultores. Fue impresionante observar la variedad de estilos y tamaños entre los moais que se encuentran erguidos en las paredes exteriores del talud volcánico. En éste volcán han quedado cerca de 396 esculturas distribuidas en su interior y exterior. Incluso en la canteras llegamos a observar el moai más grande, que llega a medir 21.60 metros de largo y pesar casi 182 toneladas de peso. En el lugar nuestro guía nos explicó lo que normalmente suele decirse, de que los moais representan a los ancestros ya muertos que destacaron o a los jefes fundadores de las tribus y los clanes, y que estos eran deificados. Para esto, las tribus les pagaban a los talladores con alimentos, manteniendo a los escultores en las canteras hasta que terminaban el trabajo. Y que la mayoría de moais no terminados o ubicados era por la falta de pago…Algo que nos sonaba poco creíble.
Un detalle interesante es que las estatuas poseen la cabeza aplanada y los lóbulos de las orejas deformados y alargados, dos detalles propios de las culturas sudamericanas. Y que los pobladores estaban divididos en “orejas largas” y “orejas cortas”, utilizando los términos Hanau eepe para unos y Hanau momoko para los otros. Haciendo un ejercicio de memoria recordemos que entre los incas estaban los Hanan y los Urin, los de abajo y los de arriba; y que los nobles solían tener las orejas muy largas, de allí el término “orejones”. ¿Habrá alguna relación entre la palabra “Hanau” del rapa nui con el término “Hanan” de los incas?
No pudimos continuar por las laderas del volcán porque estaba barroso, así que visitamos una estatua muy extraña, única en la isla de un hombre arrodillado y sentado sobre sus piernas. Era de un estilo muy similar a los de la civilización Tiahuanaco. Se le llama moai Tukuturi, y mide más de tres metros y medio de altura, por uno y medio de ancho. Estuvimos largo rato observándolo. Se parecía tanto a estatuas similares que hay en Tiahuanaco (Bolivia), y tan diferente del resto que inmediatamente uno comienza a pensar que hay cosas que cada vez menos, encajan de ésta historia. De allí volvimos al bus y nos dirigimos al Ahu Tongariki, que esta al pie del volcán Poike, el más viejo de la isla, con tres millones de años de existencia. En el lugar nos encontramos con una espectacular plataforma ceremonial con quince moais gigantescos de entre sesenta y setenta toneladas cada estatua. Este monumento fue reconstruido porque en el pasado fue barrido y destruido por el mar durante el tsunami de 1960. Desde éste lugar teníamos una vista impresionante del Rano Raraku. Nuestro guía nos explicó que las estatuas colosales habían sido diseñadas para permanecer de pie, sin uso alguno de anclajes o mortero. Según la tradición se decía que los moai caminaban desde las canteras hasta su ubicación en los distintos Ahu, gracias al mana o poder de los Ariki. Pero en lo que más enfatizó Terangui fue en el preparado del suelo como rampa de deslizamiento, y luego la utilización de troncos para irlas moviendo. Este consumo forestal para la construcción monumental, y la costumbre de incinerar los muertos habría contribuido a la devastación de la flora y vegetación isleña.
En Tongariki aprovechamos en disfrutar la belleza del paisaje y del monumento, regresando por la tarde al hotel. En la noche luego de la cena nos quedamos conversando en el hotel, con personas del aeropuerto de Mataveri quienes enterados por el Dr. Mario Dussuel de nuestra llegada, estaban interesados en intercambiar experiencias de avistamientos en la isla con experiencias vividas y conocidas por mí.
El día Lunes luego de nuestra meditación mañanera, hicimos una visualización donde nos proyectamos al Rano Raraku, encontrándonos allí con seres vestidos de blanco que nos explicaban la naturaleza del lugar y de todo cuanto allí había ocurrido. En los comentarios posteriores, surgió la idea que allí había sido depositado algo muy importante, sumergiéndose en la laguna del volcán. Una imagen que se repetía era la de seres extraterrestres de aspecto reptiloide deportados a nuestro mundo, ubicados precisamente en esa isla y en ese volcán. Y que quienes poblaron la isla actuaron como guardianes, reemplazando a los guardianes extraterrestres, pero esa misma energía oscura enquistada en el lugar, los habría tratado de destruir.
Después del desayuno nos dirigimos bajo un hermoso cielo azul y con un creciente calor hacia Vinapu, en el extremo del volcán Rano Kao, de unos dos millones y medio de años de antigüedad, muy cerca del aeropuerto de Mataveri. En el camino conocimos en la ladera de un pequeño cono volcánico, una cantera de obsidiana, vidrio volcánico empleado para hacer toda clase de utensilios, pero fundamentalmente cuchillos, puntas de flecha y puntas de lanza. Ni bien entramos por en medio de un frondoso grupo de guayabos que crecen de forma natural en el lugar, comenzamos a subir la colina, cuando Maria Ester Dublé , brillante organizadora del viaje y amiga entrañable, se percató de la existencia en el suelo de unos pequeños extraños círculos concéntricos en el pasto, como de unos treinta a cincuenta centímetros de diámetro, un grupo de cinco y luego un poco más arriba un grupo de tres y luego uno de dos. Para nada se podían confundir con nidos de insectos o efecto del ganado. La explicación que nos dio el guía es que podían ser los efectos de estacas que alguna vez fueron colocadas en el lugar, cosa que no podía ser de ninguna manera, ya que alrededor de los círculos, el pasto había desaparecido, y en los círculos el pasto estaba cortado a ras, y el resto eran pastizales altos.
Vueltos al bus llegamos al final de la pista del aeropuerto, descendimos la ladera de la montaña, y llegamos al Ahu Vinapu, donde nos encontramos con una plataforma donde los moais están caídos sobre el Ahu. Pero la plataforma misma estaba compuesta de inmensas piedras talladas primorosamente al mismísimo estilo de los monumentos incas del Cusco. Era tan evidente la similitud que hasta destacaban en la pared, pequeñas piedras encajadas, como parches que completaban perfectamente la dinámica del muro. Nos pusimos entonces todos en la muralla para hacer una práctica de dermóptica, para captar a través del tacto y de la frente, la historia grabada en el lugar, apareciendo al cabo de unos minutos en que mantuvimos la respiración lenta y profunda, en nuestra pantalla mental la imagen de que aquel era un templo del sol de manufactura inca, y que la isla fue visitada por los incas, tal como lo refieren cronistas, cuando hacen mención a viajes mar adentro en la época del inca Túpac Yupanqui. Los incas habrían sido algunos de los distintos grupos humanos que habitaron la isla, sólo que finalmente sus gentes fueron exterminadas allí, y sus vestigios sumergidos en el mar de donde vinieron. Aunque su influencia quedó marcada en el lugar. Es curioso también que según los cronistas, cuando Atahualpa se hizo del poder, uno de sus orejones le aconsejó que quemara cantidad de tablillas de madera de la época de su abuelo Túpac Yupanqui, donde estaba grabada la historia, pero no se especifica de qué historia se esta hablando.
El templo habría sido reciclado, tal como se veía en los extremos del mismo, donde las curvaturas de la piedra trataron de ser ocultadas con nuevas piedras de diferente calidad de trabajo.
Después de la práctica que fue acompañada de algunas mantralizaciones de la palabra “Zin-Uru” (llave), procurando aperturar una conexión con otras dimensiones, comparamos aquel muro con el del otro Ahu cercano, notándose la diferencia abismal de calidad y diseño. Lo que también confirmaba la posible conexión inca era que uno de los moais caídos sobre el Ahu, había roto la plataforma, dejando evidente la existencia de una habitación subterránea de lo que habría sido el templo. Algo que no existía en los demás Ahus.
Me parecía muy curioso que éste templo se encontrara a pocos cientos de metros de la cabecera de pista del actual aeropuerto. Pero eso lo tomé como mera coincidencia.
En el otro Ahu cercano y más rústico, se hallaba una extraña estatua doble a manera de un falo, con brazos laterales, que suele relacionarse con una estatua doble o más bien femenina.
De Vinapu nos dirigimos hacia el Rano Kau, por lo que luego de volver paralelos a la pista del aeropuerto, bordeamos el mar y empezamos a subir al cráter en el bus, pudiendo tener desde allí, una vista extraordinaria y panorámica de gran parte de la isla. Hasta que llegamos al espectacular cráter del volcán, que tiene un kilómetro de diámetro, y un lago de agua dulce en su interior del que se extrae el agua para la población de Hanga Roa. Sobre el borde del acantilado y el cráter se encuentra la aldea ceremonial de Orongo, donde hay 53 casas de piedra y cerca de mil petroglifos del hombre pájaro y el dios Make make. En el lugar uno tiene una vista única de un mar violento y profundo, así como de los Motu o pequeñas islas donde se realizaba el ritual y competencia del Tangata Manu para conseguir el huevo del Manutara. Nos explicaron en el lugar los diseños de las casas hechas de piedras lajas, algunas en forma de embarcaciones, con una pequeñísima entrada central que protegía del viento y el frío a sus moradores.
Fuimos luego caminando hacia un punto magnético aconsejados por Terangi, que es el vértice del triángulo que forma el Rano Kau con los otros volcanes y la forma misma de la isla. Allí hicimos un trabajo con pirámides de luz violeta y el real tiempo del universo, el cual fue intensamente vivido por todos los participantes.
Terminado nuestro trabajo nos dirigimos a la zona de los petroglifos, y luego de gozar contemplando el paisaje y tratando de interpretar las imágenes que allí se encontraban, nos regresamos. Y fue en la salida, en la caseta de los guardabosques, que uno de ellos me reconoció de haberme visto en la televisión y me contó delante de otros compañeros, que ellos habían encontrado en una cueva poco accesible, unos restos óseos humanos el doble de grandes de los de una persona normal. Es más, los cráneos eran como peras invertidas y rostros anchos. Según esta persona eran de extraterrestres de alguna manera confinados en la isla.


Y que ellos no querían revelar el hallazgo ni dar a conocer la ubicación por temor de que desaparezcan. Esta confesión fue una revelación extraordinaria que iba confirmando las percepciones que veníamos teniendo.
El origen de los hombres pájaro podría estar relacionado con el mismo elemento inspirador en Egipto, de los dioses y semidioses de procedencia extraterrestre. Curiosamente en Rapa Nui se le llama Ra´a al sol, y en Egipto Ra.
Por la tarde recorrimos la población de Hanga Roa, y en cada lugar donde entraba ya fuese éste una bodega, negocio de artesanías, o tienda de comestibles terminaba conversando con los pobladores quienes me contaban sus experiencias de avistamientos.
El día Martes hicimos la meditación continuando con una visualización en donde nos veíamos a nosotros mismos bajando los acantilados del Rano Kao, en dirección a los Motu para recoger el huevo del Manutara, teniendo varios de los presentes una serie de percepciones o imágenes mentales muy claras e intensas, con cantidad de símbolos. Debido a la vibración alcanzada por el grupo se pudo recibir comunicación y luego de leerla, la comentamos.
Ese día partimos para Puna Pau que es el pequeño cráter volcánico de escoria roja de la que se fabricaban los Pukaus, pudiendo encontrar cantidad de estos gorros terminados sin ser trasladados, y otros a medio hacer. Durante el camino y a lo largo de varios días, pudimos ver cantidad de arcoiris, todos ellos muy bellos. De Puna Pau fuimos conducidos hacia Anakena, la playa de arenas blancas coralinas rodeada de hermosas palmeras que retratan la imagen clásica polinésica. Aquí se encuentran los primeros Ahu que recuerdan la llegada de Hatu Matu´a . Uno de ellos presenta un solo moai muy antiguo y extraño, mientras que el otro, el mejor conservado de los dos es el Ahu Nau Nau, donde los moais están en muy buen estado, conservando sus pukaus y se les puede ver en sus espaldas símbolos de pájaros que dan la impresión de la llave del Ank egipcia. Detrás del Ahu, y como parte del muro que lo contiene, hay piedras de gran tamaño colocadas algunas de forma tan desordenada, que hay hasta la cabeza de un moai en la pared. Una de las piedras del muro tiene una talla en alto relieve donde aparece el hombre lagarto, que según las leyendas nos dijo Teranghi, vinieron a ser los primeros pobladores de la isla, lo cual nos confirmaba nuestras percepciones y visualizaciones.
En ese momento aprovechamos para darnos un agradable relax bañándonos en las tibias y tranquilas aguas cristalinas del mar.
En la noche nos fuimos a impartir la conferencia en la casa taller artístico de la señora Carmen Aredondo en Hanga Roa, pudiendo explayarme en muchos aspectos del contacto extraterrestre, y escuchando las experiencias de los pascuenses. La conferencia la di gratuitamente como una deferencia a la cordialidad y hospitalidad de los rapanui. Y quienes más lo disfrutaron fueron los jóvenes adolescentes y niños presentes, quienes se maravillaban con todo lo que contaba.
El Miércoles después de la meditación y del desayuno nos fuimos a conocer la cueva de los plátanos o también llamada “Ana Te Pau”, que es un sistema de cavernas donde aprovechando la humedad se han creado microclimas para el cultivo de diversas especies garantizando la alimentación de la población. Estas cuevas son tubos de lava que han servido para acumular agua de lluvia. Se extienden por centenares de metros por debajo de la isla. El recorrerlas fue una experiencia por demás interesante, y hasta meditamos en la total oscuridad de las profundidades de uno de los túneles. De este lugar seguimos para el Ahu Akivi o también llamado de los siete moais, que representan a los siete exploradores de Hatu Matu´a, y son los únicos que están de frente, mirando hacia la costa. Aquí Víctor González, miembro de nuestro grupo, tomó una fotografía al paisaje que después permitió ubicar la presencia de una nave en el cielo.
Por la noche nos fuimos a la fiesta polinesia, un espectáculo cultural de danzas y cantos en el hotel principal de la población, allí conocimos al ballet Kari Kari que interpretaron toda suerte de bailes y destrezas que nos asombraron y maravillaron a todos. Realmente había estado en estos espectáculos en Tahiti, pero no podían compararse con la maravilla de éste ballet digno de cualquier teatro del mundo.
El jueves meditamos en la mañana incluyendo siempre alguna visualización, y después de desayunar nos dirigimos de nuevo al Rano Raraku, para ingresar en su interior, debido a que la vez anterior por la lluvia, nos habíamos quedado solo en las paredes exteriores. Así que subimos por la rampa por donde en el pasado bajaban los moais extrayéndolos del interior del volcán. Una vez dentro, vimos la magnífica laguna de agua dulce llena de totora que cubre el cráter. Luego seguimos por senderos de montaña por una espesa vegetación hacia las partes altas del cráter para conocer de cerca las canteras interiores. Fue extraordinario contemplar una nueva variedad de estatuas y diseños. Estuvimos largo rato en el lugar. No daba ganas de marcharse de allí por su misterio, y encanto. No se sentía temor ni rechazo en el lugar, todo lo contrario, para ser un sitio donde era entrada hacia muchos secretos y misterios del pasado, más bien se le sentía cautivante y acogedor.
Del Rano Raraku seguimos camino hacia el Ahu de Te Pito Te He Nua, donde se encuentra la piedra redonda ceremonial del ombligo del mundo, donde hicimos ejercicios de dermóptica para sentir los latidos del corazón cristal del planeta. Aunque muchos lo que percibimos fue una forma similar a la piedra cayendo del cielo, pero no precisamente un meteorito. Esta piedra me hizo recordar la vez que fuimos al oráculo de Delfos en Grecia, donde la pitonisa llamada la Pytia, se sentaba sobre la piedra del “Onfalos”, u ombligo del mundo para dar a conocer sus profecías.
De allí nos fuimos a la playa de Ovahe que se encuentra dentro de un cono volcánico, un lugar hermoso de aguas cristalinas y arenas blancas, donde nos bañamos y disfrutamos de una hermosa tarde.
En la noche nos reunimos en el pueblo con don Benito Alarcón, hombre sabio, viudo de la última de las chamanas de la isla, doña Esperanza, descendiente ella según Benito, también de los seres de Orión, del hermano Rojo y Negro. El nos recibió generosamente en su casa, donde pudo extenderse en sus comentarios sobre los misterios de la isla, y cómo estos se relacionan con el contacto extraterrestre, comentándonos él mismo sus experiencias de contacto con un hermano mayor.
Hubo un momento que me pidió que le comentara lo que yo sabía y había captado en la isla. Aprovechando de esa invitación, así lo hice, y no sólo no me corrigió sino que apoyó las afirmaciones, completando él la información, diciéndonos que según las tradiciones orales rapa nui, que Make Make creo el universo y que el, como Creador, estaba fuera. Y que la Tierra estaba dentro de un huevo donde el Creador quería experimentar las emociones y los sentimientos, y que si él veía que eran buenos, abriría el huevo para que afectara a todo el universo, lo que me hizo relacionarlo con la información del real tiempo del universo y el tiempo alernativo, así como de los distintos universos y dimensiones.
      


  
Según Don Benito, Make Make le ordenó a Pao´a o He Pao´a, que era un mazo, que rompa el huevo y liberara la emoción y el sentimiento al universo. Pero éste no vino ante el llamado divino. El universo había sido oscuridad durante mucho tiempo (¿Estancamiento evolutivo?). El único planeta azul era la Tierra (¿el único con esperanza de crecimiento espiritual sostenido?), aquí se imprimió la emotividad de Dios. Los océanos eran sus lágrimas de alegría.
El creador hizo que cayeran o llegaran 14 huevos a Hiva. Eran siete masculinos y siete femeninos, pero no germinaban. Entonces Make Make se ve a si mismo reflejado en el agua de una calabaza, y sorprendido con su imagen, crea al hombre.
Nos habló que antes de la llegada del rey Hatu Matua estaba Uoke en la isla, un gran espíritu que se había rebelado, y que había sido exiliado aquí. El cual de inmediato lo relacionamos con Satanel. También nos comentó de una terrible guerra en el cielo y otra en la isla, y de la conexión con la Lemuria. Dijo él entre otras cosas, que si la isla se portaba bien, esto afectaría positivamente al planeta. Y que el problema sería que la isla pudiera pasar a otra dimensión, abriendo un portal y perdiéndose. Que Rapa Nui era el ombligo del mundo, por las energías que se irradiaban de allí al mundo.
Si bien Don Benito hablaba con mucha energía y entusiasmo, se le veía que sentía o tenía gran dificultad para decir lo que nos decía. Rápidamente pasaba de un tema a otro, dándonos sólo pequeñas piezas sueltas, aparentemente inconexas, que terminábamos de unir en nuestra mente, porque inmediatamente nos evocaba a la mente la película de lo que ya sabíamos.
El día Viernes hicimos nuestra acostumbrada meditación de las siete de la mañana, y aprovechamos para recibir comunicación donde se nos instaba a no dejar de hacer la salida que ya se había anticipado en los anteriores mensajes, y dirigirnos en la noche al volcán Poike. Después de desayunar abordamos el bus y recorrimos la cueva de Ana Kai Tangata, un lugar volcánico donde las olas del mar revientan con gran violencia, pero produciendo espuma con una belleza estremecedora. En esta caverna hay pinturas rupestres del Tangata Manu y del Manutara de gran belleza y colorido. Allí meditamos con mantralizaciones. Luego seguimos hacia el vivero de Mataveri donde se encuentran las especies nativas de flora típica pascuense, algunas de las cuales han sido rescatadas del continente o de Tahiti, y devueltas. Luego seguimos por el pueblo de Hanga Roa con el guía, terminando en el museo antropológico Padre Sebastián Englert, donde existen unas 1,500 piezas arqueológicas, que representan el legado cultural de la isla. El museo fue fundado en 1973, y posee una importante colección de fotografías, así como de paneles explicativos y una biblioteca con 3,000 publicaciones. En un extremo, en un local anexo esta la exposición de la expedición noruega de Thor Heyerdahl y un moai único en su género, que se piensa sería femenino, aunque su rostro es como el de un pájaro o un reptil con cresta, estilo triceratopo. Y que fue encontrado en excavaciones, porque estaba enterrado a mucha profundidad en los cimientos de la plaza ceremonial del Ahu Tahai.
Por la tarde volvimos en dirección a la playa de Anakena, deteniéndonos en el camino para contemplar un fenómeno al parecer magnético, aunque hay quienes piensan que es sólo una ilusión óptica, que es que en una cuesta se dejó la movilidad (bus) en neutro y con el motor apagado, y a pesar de que estábamos en una aparente cuesta , el bus empezó a acelerarse y a subir solo. Realmente era muy extraño, y sabemos que no es el único lugar en el planeta en donde pasa algo así. Posteriormente, ya de regreso en Santiago, tuve la oportunidad de recibir un hermoso regalo de Rosita Calaf, virtuosa pintora, y una de nuestras compañeras de viaje, que consistía en un extraordinario libro del escritor español Antonio Ribera, de una expedición que realizó en los años setentas a la isla, y en donde él describe precisamente que pudieron medir la zona norte de la Isla de Rapa Nui, detectando que es una de las de mayor perturbación magnética en el mundo. Precisamente donde nos encontrábamos experimentando con el bus, así que no era ilusión óptica.
En Anakena hicimos un repaso de lugar y disfrutamos de unas horas de playa, aunque nos cayó una lluvia violenta pero pasajera cuando ya nos retirábamos.
Hicimos tiempo para que llegara las 9 p.m. para salir en el bus en dirección del Poike, siguiendo la invitación que nos habían hecho los Hermanos Mayores del Cosmos. Y llegado el momento nos embarcamos y partimos, terminando por ubicarnos a los pies del Ahu Tongariki, a un lado de las faldas del Poike. Nuestro guía Teranghi nos había contado anteriormente, que los Hanau eepe u “orejas largas” habían sido exterminados, siendo quemados vivos por los Hanau momoko u “orejas cortas” durante las guerras tribales, y la última gran batalla se había librado en una trinchera que estaba a un lado del Poike. Esto finalmente me persuadió, por una cuestión de vibración, de ir al lado opuesto donde están los moais, siempre a los pies del volcán como pedían los mensajes. Allí aprovechamos para mirar un cielo como pocas veces se contempla en la vida. Se veía claramente el brazo espiral de la galaxia, de la Vía Láctea, en toda su plenitud sobre los gigantescos moais. Al cabo de un rato parecía que las estrellas salían de detrás de los moais.
Personalmente me pasó que hubo un momento en que sentí claramente, que algo gigantesco y redondo, aunque no visible se había ubicado encima de nosotros, pero a muy baja altura, así se lo manifesté a los demás. Meditamos en aquel lugar, a pesar de los fresco del ambiente, y hasta hicimos una irradiación con siembra de una esfera de luz en la que envolvimos a los ángeles caídos, depositando la esfera dentro del cráter del Rano Raraku. Y es curioso, pero el chofer y el guía de la agencia que se encontraban en el bus, como a unos quinientos metros de nosotros en la total oscuridad de la noche, sin saber ellos lo que nosotros estábamos haciendo, fueron testigos de un resplandor dentro del cráter y de una esfera de luz que descendió allí mientras nosotros estábamos trabajando.
Como a eso de las once de la noche apareció un objeto brillante sobre el Poike lanzando flashes luminosos y subiendo y bajando, pero solo de arriba abajo. En ese momento otro objeto apareció en dirección opuesta. Y basto que aparecieran ambos objetos para que se iniciara una lluvia de estrellas con objetos luminosos como meteoritos cruzando de un lado a otro por montones.
Quedamos muy contentos porque sentimos y contemplamos el apoyo, así como la confirmación de las comunicaciones.
Al día siguiente cuando ya íbamos al aeropuerto, don Mario Villalobos del aeropuerto de Mataveri, nos fue a despedir personalmente al pie del avión trayendo collares de conchas marinas de despedida, confirmándonos que ellos mismos en el aeropuerto, habían observado desde allí uno de los dos objetos en la noche.
Fuimos y volvimos de la isla, pero algo muy profundo e intenso nos trajimos con nosotros, y algo muy fuerte se quedó allá, algo que quizás nos haga volver pronto…  


      
Comunicación: 23-05-06
Hotel Poike, Hanga Roa.
Antena: Tell-Elam
Sí, somos vuestros hermanos guías en misión. Sabemos donde se encuentran, y que la vida los reúne para sembrar paz y reconciliación en ese lugar, y desde allí, al mundo. Cuanto más trabajen entre ustedes y con ustedes la apertura de conciencia, la sensibilidad, la sintonía y la visión interna, tanto mejor será el grado de actuación que podrán desplegar, y tanto más intensa la irradiación que conseguirán hacia éste mundo, laboratorio de la humanidad. Todo esta en ustedes sólo tienen que activar el recuerdo para poder actuar a conciencia y en la plenitud de su potencialidad.
Aquí vinimos en el pasado remoto, con una carga pesada para todos, y desde aquí visitamos muchos otros lugares del planeta, advirtiendo del peligro de que se desviaran de su propósito. Fue éste un lugar de paso de varios pueblos, atraídos por la energía poderosa aquí depositada. Aquí, en un lugar tan pequeño y en medio de la nada, estaba todo dicho y expresado en símbolos interpretables por todas las civilizaciones, y desde aquí también salieron muchos misioneros para recorrer los distintos rincones del mundo llevando un mensaje, un conocimiento y una labor.
Este es un centro muy poderoso en donde las energías pueden armonizar o desequilibrarlo todo. Por ello manténganse en armonía, porque lo que se logra aquí, afecta al planeta.
Estamos atentos y pendientes de ustedes. Si se sensibilizan nos verán, porque estamos más cerca de lo que piensan. Hagan una salida para ello.
Con amor Sampiac.
Los nombres cósmicos consultados son:
Vally Tollini = Yunlay
Carlos Reátegui: Arakam
Comunicación: 25-05-06
Hotel Poike, Hanga Roa
Antena: Tell-Elam
Sí, somos vuestros hermanos guías en misión. Vayan tal y como han pensado hacer a esa salida al campo. Déjense guiar y trabajen intensamente en elevar la vibración, ello os permitirá ver y sentir que no están aquí por casualidad sino para atar cabos, y para recibir confirmaciones. Estén atentos porque todo les esta hablando, desde el clima hasta las piedras. La gente les dará respuestas, por lo que abran bien los ojos y afinen el oído.
Todo lo que se os va develando estaba previsto. Este es el tiempo del tiempo, cuando todo se va aclarando y los velos se van descorriendo para todo corazón que con pureza de intención llega a ubicarse en el lugar y en el momento correcto. Ustedes debían estar en este lugar, y en éste tiempo para actuar y relacionar el conocimiento trasmitido.
Aún se les tienen reservadas sorpresas. Verificarán nuestro apoyo.
Con amor Sampiac.
Comunicación: 26-05-06
Lugar: Hotel Poike, Hanga Roa
Antena: Tell-Elam
Sí, somos vuestros hermanos guías en misión. Reúnanse en dirección al volcán Poike esta noche, allí completarán la información del por qué han venido, y para que están aquí.
Los vigilantes y guardianes pascuenses entregarán simbólicamente la posta de su vigilancia al resto de la humanidad despierta a través de ustedes. Vayan asumiendo que esto significa responsabilidades mayores, por cuanto de ahora en adelante no podrán descuidar su preparación.
En el lugar, al pié del volcán Poike no sólo miren al cielo, también miren hacia adentro, habrá testigos de los testigos, confirmando lo previsto, lo trabajado y lo intenso que ha sido este viaje.
Con amor Sampiac.

                           

      


                           

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